YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 2 de noviembre de 2016

UN MES DESPUÉS

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Justo hoy, miércoles 2 de noviembre, se cumple un mes del inesperado y sorpresivo resultado electoral y político, que dejó  la jornada plebiscitaria del 2 de octubre.

El mazazo político que los simpatizantes y aupadores del NO le dieron al Presidente, al Gobierno, a la institucionalidad estatal que respalda la búsqueda del fin del conflicto armado con las Farc, y a los más de seis millones que votamos SÍ, aún duele en las corvas y en el corazón. No nos reponemos.

A pesar de los primeros días de incertidumbre política que generó el apretado triunfo del NO, el paso de estos primeros treinta días nos permite hoy reconocer cuatro elementos o factores que resultaron y que resultan aún claves para minimizar en algo los efectos negativos que el resultado electoral produjo en la gobernabilidad del Presidente: 1. La apertura a lo que se llamó Diálogo Nacional por la Paz; 2. La entrega del Premio Nobel de Paz al presidente Juan Manuel Santos; 3. Las movilizaciones ciudadanas que al unísono pidieron que el Acuerdo firmado se implementara cuanto antes; y 3. El reconocimiento público que hizo el entonces gerente de la campaña por el NO, Juan Carlos Vélez Uribe, de que apelaron a todo tipo de estratagemas, tretas, mentiras y acciones para engañar e indisponer al electorado que finalmente dijo NO al Acuerdo Final alcanzado en La Habana.

Del Diálogo Nacional por la Paz que el Presidente debió abrir, hay que destacar un absurdo hecho político y ético: la irrupción como uno de los líderes del NO, del recién destituido Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado, quien violó la Constitución Política y se reeligió en su cargo. Solo una sociedad en la que se entronizó el ethos mafioso, puede soportar que un ex funcionario, expulsado de su cargo por actos de corrupción, exija al Presidente que sus reparos y objeciones morales de lo acordado en La Habana, sean escuchados y que deban servir para ajustar el documento que dio vida al Acuerdo Final.

Dentro de ese mismo Diálogo Nacional por la Paz hay que reconocer la recepción de más  de 400 propuestas de varios sectores de la sociedad civil, que expresaron sus reparos y miedos frente a temas y asuntos como la propiedad privada, el futuro de la familia, la elegibilidad política y el modelo de justicia acordado. Todo lo anterior, arropado por las mentiras y tergiversaciones que hicieron circular el ganadero, latifundista y propietario del Centro Democrático, con el respaldo de  algunos líderes cristianos. Todo lo anterior, con el cómplice acompañamiento de unos Medios de comunicación que jamás confrontaron las mentiras y las equívocas lecturas e interpretaciones de unos y otros.

Frente a lo que hace referencia a la entrega del Premio Nobel de la Paz al Presidente de la República, hay que señalar que dicho reconocimiento expresa y recoge el apoyo que la llamada Comunidad Internacional le viene dando al Proceso de Paz y al contenido mismo de lo acordado  en territorio cubano.

Las emotivas, significativas y multitudinarias marchas en las que cientos de miles de ciudadanos de diversas edades y situación socioeconómica, gritaron ¡Acuerdo Ya!, jugaron un papel clave para mantener en la agenda pública el tema del plebiscito y evidenciar, de otro lado, la fuerte polarización política en la que deviene el país de tiempo atrás y, de manera coyuntural, frente al Acuerdo Final firmado por el Gobierno y las Farc. Polarización que tiene como protagonistas al senador y latifundista, Álvaro Uribe, al ex procurador, Ordóñez Maldonado y a la ex ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez, entre otros líderes de esa parte del Establecimiento que se opone a la construcción de un país más justo. 

Y finalmente, y no por ello menos importante, aparece la confesión de Juan Carlos Vélez, quien explicó al Diario La República en qué consistió la estrategia que implementaron en la campaña por el NO. La conclusión es clara y contundente: tergiversaron el sentido del Acuerdo Final, mintieron y manipularon a un electorado que no solo cayó en la trampa de los simpatizantes del NO, sino que exhibió una peligrosa, inconveniente y exigua cultura política.

Hoy, un mes después del resultado electoral del plebiscito del 2 de octubre, el país se prepara para leer un “nuevo” Acuerdo Final, que deberá ir, antes de que finalice el 2016, al Congreso de la República para que entre en el bloque de constitucionalidad y se expidan las normas que blinden la implementación de lo acordado. Y esto deberá darse, con o sin  el respaldo político de quienes reclamaron el triunfo del NO en las urnas.

Desde ya, el país está atento al nivel de insatisfacción que expresará el llamado uribismo, sector de poder que a toda costa buscó dilatar la discusión y la negociación del “nuevo” Acuerdo, para llevarla al escenario electoral de 2018.

El camino para la implementación del “nuevo” Acuerdo Final está trazado: el Congreso de la República. El llamado a una nueva consulta al pueblo colombiano, vía plebiscito, se torna cada vez más lejano. Con esos niveles de ignorancia e incapacidad para leer y entender el sentido de lo acordado y el momento histórico que vive el país, resulta riesgoso someter a votación el "nuevo" Acuerdo. 

De la misma manera, y en el mediano plazo, el país debe prepararse para ver, y quizás sufrir y soportar las acciones que muy seguramente emprenderán los sectores de poder, legal e ilegal, que no respaldaron el proceso de paz de La Habana y mucho menos, validaron el “viejo” Acuerdo, y que mucho menos, validarán el que próximamente aprobará la Mesa de negociación.



Por cuenta del triunfo del NO, en adelante será más difícil para el país consolidar esa soñada paz estable y duradera y reconciliar a los colombianos.

Imagen tomada de EL TIEMPO.com

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