YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 28 de noviembre de 2016

BOMBERO PIRÓMANO

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Lo sucedido en la Convención Nacional Conservadora confirma la dispersión y la fragmentación al interior del Partido Conservador:  no hubo acuerdo dentro de la colectividad alrededor de temas claves para el país como la implementación del Acuerdo de Paz de Colón y la reforma tributaria, entre otros asuntos.

La irrupción de Ordóñez Maldonado como precandidato presidencial debilitará aún más al Partido que, en su afán de volver a ser opción de poder, estaría entregando sus banderas al ex Procurador General de la Nación, con los riesgos éticos y morales que conlleva darle el aval a un ex funcionario que violó la Constitución para hacerse reelegir en su cargo como Jefe del Ministerio Público.

Las directivas conservadoras deben leer muy bien las nuevas circunstancias contextuales que vienen surgiendo alrededor del discurso de la paz y la reconciliación que de manera clara se viene imponiendo en el país. Entre esas nuevas circunstancias aparece la intolerancia frente a la corrupción. Y es claro que el fallo del Consejo de Estado con el que finalmente fue expulsado de la Procuraduría Alejandro Ordóñez Maldonado, confirma las dolosas actividades que llevó a cabo el entonces Jefe del Ministerio Público para reelegirse de manera espuria y fraudulenta.

Insisto, entregar el aval a Ordóñez como candidato presidencial del Partido Conservador es un enorme riesgo que la colectividad no debería de correr, si de verdad quiere regresar a ser opción legítima de poder. Ordóñez Maldonado no solo polariza y genera resistencias en amplios sectores sociales y políticos, sino que es, desde ya, un amplificador de conflictos y divisiones al interior del Partido. Incluso, su carácter pendenciero y su fanatismo religioso bien podrían incendiar el país. Más que nunca le calza perfecta, a este oscuro personaje, la imagen de bombero pirómano.

De esta forma, el insepulto Partido Conservador se presentaría en las elecciones de 2018, con el liderazgo endosado a Ordóñez, con el claro objetivo político de torpedear la implementación del Acuerdo Final (II) o recientemente “bautizado” como el Acuerdo de Colón. Se trataría de un craso error.

La colectividad corre un enorme riesgo hacia futuro, al validar el discurso ultra conservador de Ordóñez Maldonado. Torpedear el proceso de implementación del Acuerdo de Colón, pondría al Partido Conservador en la orilla ideológica tomada por los “enemigos de la paz”, como el Centro Democrático, lo que lo convertiría en un proto apéndice del llamado uribismo y le negaría ser opción real de poder.

Si bien la fuerza clientelista-electoral de Ordóñez, acumulada durante sus ocho años manejando la Procuraduría General de la Nación puede resultar importante, en el Partido Conservador saben que no será suficiente para llegar a la Casa de Nariño. Ello lo abocaría, como en otras ocasiones, a hacer alianzas con esas otras fuerzas que hoy se consolidan como enemigas del proceso de paz de La Habana y en general, de la ampliación de la democracia y la consecución de un Estado y de una sociedad modernas.


Se equivocan si piensan que el terreno político perdido durante los últimos años se podrá recuperar con una eventual candidatura presidencial del ladino ex Procurador General de la Nación. Otros vientos soplan por el país. No atender la fuerza y las direcciones hacia donde van esos vientos, solo servirá para acelerar las aplazadas acciones con las que finalmente se logre inhumar a la cadavérica  colectividad.

 Imagen tomada de Semana.com

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