YO DIGO SÍ A LA PAZ

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jueves, 21 de noviembre de 2013

SANTOS, PRESIDENTE-CANDIDATO: LA HORA DE LOS 'GUERREROS'

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Investido ya como Presidente-candidato, Juan Manuel Santos buscará no sólo reelegir sus políticas, sino lograr que se pacte el final del conflicto armado con las Farc. A juzgar por las encuestas, no será fácil alcanzar la reelección, pero como Presidente-candidato tiene todo para alcanzarla, a pesar de la existencia de la llamada ley de garantías. Le tocará apelar a las mismas estrategias que usó Uribe Vélez cuando se reeligió para el periodo 2006-2010. Como Presidente y máxima autoridad administrativa y política, Santos sabrá y deberá persuadir a los congresistas que hacen parte de la llamada Unidad Nacional. Y la mejor forma de hacerlo es atender sus apetitos burocráticos. Esa misma estrategia la deberá aplicar a los sectores económicos privados, ofreciendo nuevos contratos y manteniendo o ampliando privilegios.

Los colombianos estamos frente a un inusual escenario electoral. Y no tanto por la figura de la reelección, que poco a poco se gana un lugar en los imaginarios y en las representaciones que los colombianos tienen hoy en torno al ejercicio de la política y del poder político. Lo que le da ese toque especial las elecciones de 2014 es precisamente la paz y en concreto, la continuidad del proceso de paz de La Habana.

Con todo y ello, la consecución de la paz no recae de manera exclusiva en el Presidente, a pesar de que en campaña deberá, ahora sí, apersonarse del asunto y agitar las banderas de la reconciliación, del fin del conflicto, junto con la idea que lanzó ayer 20 de noviembre en su alocución, cuando señaló que “la paz es la mejor seguridad, es la definitiva”. Poner fin al conflicto, a través de la firma de un pacto de paz entre las Farc y el Gobierno de Santos, depende también de las Farc y de las Fuerzas Militares. Por ello es tan importante que el Presidente lidere la búsqueda de un cese bilateral del fuego, ojalá con veeduría internacional y evitar de esta manera que la campaña electoral transcurra en medio de combates y del derramamiento de sangre.

Si Santos, como Presidente-candidato logra un cese bilateral del fuego, la derecha, encarnada en el insepulto partido Conservador y los seguidores de ultraderecha que confluyen en el Uribe Centro Democrático (UCD), se quedarán sin argumentos políticos para atacar el proceso de negociación que se adelanta en Cuba. Así, con toda firmeza, el Presidente-candidato deberá someter a los sectores castrenses que se oponen a un cese bilateral del fuego. Y el primer paso que debería de dar es ponerle bozal a su ministro de la Defensa.


Por el lado de las Farc, su dirigencia debe asumir con madurez el rol político-electoral del Presidente-candidato e insistir en la firma de un cese bilateral al fuego. Y debe, además, invitar a sus bases sociales, a votar por Santos, para asegurar que el proceso de negociación se convierta en un plebiscito por la paz.

De esta manera, Farc y Fuerzas Militares jugarán el rol de ‘jefes de debate’ de un enrarecido ambiente electoral, dado el nivel de polarización social y político que vive el país en torno a la dicotomía Paz-Guerra. Timoléon Jiménez y los miembros de la cúpula de las Farc deberán demostrar que tienen pleno control de sus frentes, despejando así las dudas de que efectivamente las Farc es una organización monolítica; y del lado de Santos, deberá demostrar que efectivamente las fuerzas militares y de policía están verdaderamente sometidas al poder civil y en particular, que obedecen a plenitud a su comandante en jefe, el hoy Presidente-candidato.

Como nunca antes, ponerle fin al conflicto armado, a través de un proceso de negociación, está sujeto no sólo a la reelección de un Presidente, sino en manos de los líderes de los ejércitos enfrentados, especialmente en cabeza de quienes ejercen como comandantes.

En esa vía, los negociadores sentados en La Habana deberán acelerar las discusiones y avanzar en los puntos de la Agenda. Las Farc y su avanzada en La Habana y el Gobierno y sus negociadores tienen en el escenario electoral la oportunidad de lograr un mayor consenso social y político en torno al proceso de negociación. Ponerle fin al conflicto armado debe ser una bandera gigante con la que el Presidente-candidato arrope y dé cobijo a temas y asuntos que le sirven a sus opositores políticos para atacarlo.


Adenda: el Polo Democrático Alternativo (PDA) y en general la izquierda, se equivocan al no apoyar la reelección de Santos. Dadas las delicadas circunstancias políticas y electorales, no se puede estar de acuerdo con la paz, y decirle no a la reelección de quien se atrevió a hablar de paz, cuando los guerreros y guerreristas lograron, durante ocho años, entronizar en millones de colombianos, el discurso de la guerra. Y no se trata de defender los desastres socio ambientales generados por la locomotora minera del gobierno de Santos, simplemente reconocer que la prioridad es ponerle fin al conflicto armado. 

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