YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 18 de mayo de 2007

MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN COLOMBIA: DE LA ACCIÓN INFORMATIVA A LA ACCIÓN POLITICA, por Germán Ayala Osorio


El ejercicio de las empresas periodísticas colombianas[1] les permite hoy, trasladarse del ámbito de la Sociedad civil, hacia el ámbito de los Mediadores Naturales o Partidos Políticos en donde alcanzan un estatus que les otorga, en doble vía, la capacidad para imponer líderes carismáticos convenientes para el statu quo, así como para legitimar acciones estatales vía desarrollo de políticas públicas.

En relación con la imposición de líderes carismáticos, hay que decir que esta función le corresponde cumplirla, en las democracias, a los Partidos Políticos. Pero dada la notable crisis, desarticulación y desmoronamiento de los partidos Liberal y Conservador, dicha tarea la vienen cumpliendo los medios masivos, especialmente en los rituales electorales.


Ejemplo de ello constituye la elección del presidente Uribe Vélez en la que confluyeron no sólo el cansancio y la desesperanza después del fallido proceso de paz (gobierno de Pastrana Arango), sino la intención manifiesta de los medios masivos de presentarlo como el mesías que salvaría a Colombia.


En segunda instancia, los medios masivos colombianos juegan hoy un rol clave en el proceso de validación y legitimación de políticas públicas que, como el Plan Colombia y la Política de Seguridad Democrática, asegura la construcción de un modelo de Estado, de ciudadano y una concepción de la política y de lo público, de acuerdo con las condiciones que impone el actual entorno internacional.


Es decir, los medios masivos de Colombia cada vez más se alejan de la idea de servir al ciudadano y salvaguardar sus intereses frente a las actuaciones de un Estado que, como el colombiano, ha sido incapaz de garantizar el ejercicio legítimo de la fuerza, el control interno de sus fronteras y la distribución de bienes básicos, así como un orden institucional reconocido e internalizado por la sociedad civil.


DE LA ACCIÓN INFORMATIVA A LA ACCIÓN POLÍTICA


Al hacer el tránsito de la Sociedad civil y presentarse hoy como Mediadores en los procesos políticos, los medios masivos entran a cumplir varias funciones que tradicionalmente han cumplido los Partidos Políticos. Entre ellas, la imposición de líderes carismáticos y valores democráticos, así como la construcción de escenarios políticos en aras de despejar las incertidumbres electorales del electorado, guiándolos en la toma de decisiones ante la proximidad de un evento electoral. Las elecciones presidenciales de 2002 son un hecho contundente que evidencia no sólo el tránsito de los medios colombianos del estadio Sociedad Civil al de Mediadores (Véase gráfico 1), sino la confirmación como actores políticos.


Está claro que, en ausencia de mediadores naturales[1], es en la televisión, en la prensa escrita, en las encuestas y en la publicidad (marketing político), donde descansa en gran parte el poder de convocatoria y de persuasión de quienes aspiran a ocupar la primera magistratura de la Nación. Para las elecciones de 2002 fue evidente y determinante el aporte de las piezas publicitarias creadas por el equipo responsable de la imagen política del entonces candidato Álvaro Uribe Vélez.


La pasada campaña electoral marcó un hito en la forma como transcurre la democracia en nuestro país, dado que los medios de comunicación remplazaron el papel de los partidos políticos. En efecto, es tal la influencia que en las sociedades contemporáneas ejerce lo mediático, que en últimas son los medios masivos quienes determinan la inclinación del ciudadano al momento de decidir su voto por determinada opción política.


La elección de Uribe Vélez fue todo un fenómeno mediático originado, de un lado, en el desdibujamiento progresivo de los partidos políticos, su fragmentación en microempresas electorales y la pérdida progresiva de presencia efectiva en el campo de la discusión pública y, de otro, la emergencia de los medios masivos como orientadores de la opinión pública, que aprovechando el espacio dejado por los partidos políticos y la escasa cohesión y capacidad crítica de la sociedad civil, se convirtieron en los únicos mediadores en los procesos de formación de opinión pública dado que fundamentalmente los medios masivos trabajan sobre imágenes y no sobre programas, desvirtuando, así, la esencia y razón de la democracia[2].


Así como lo sucedido en las elecciones de 2002 describe el nuevo escenario que ocupan los medios masivos hoy en Colombia, el seguimiento y análisis de la información publicada por los principales periódicos colombianos en torno a la ejecución de políticas públicas como el Plan Colombia y la Política de Seguridad Democrática, aportan elementos para develar que dichos medios colombianos han pasado de la acción de informar[3] y orientar a la opinión pública, a la acción política directa. Es decir, ejercen control político e informativo frente a las acciones del gobierno, sumando los intereses que tienen como empresas que hacen parte de los mismos conglomerados económicos que financian y financiaron la campaña del presidente Uribe Vélez[4].


Así las cosas, hay que escudriñar muy bien la dimensión política y el carácter político de los medios colombianos para entender desde allí, el porqué han desinformado al país a través de la publicación desafortunada de noticias, editoriales, columnas de opinión y titulares que no han dado cuenta de los alcances, propósitos y efectos, negativos y positivos, de políticas públicas como el Plan Colombia y la política de Seguridad Democrática.


El carácter de actores políticos, es decir, la acción política de los medios, implica el abandono de la acción informativa y la de generar y orientar la opinión pública desde la imperiosa necesidad de buscar la verdad.[5] En este nuevo escenario y dadas las circunstancias de concentración de los medios en grandes conglomerados económicos, la tarea de construcción de lo público que cumplen necesariamente los medios masivos queda empañada por las maneras como los colombianos nos representamos lo político y la política.


Señalar que existe una dimensión política en la que los medios de comunicación actúan o se construyen como actores, conlleva a pensar en las características de las empresas periodísticas y las maneras como proponen la discusión de los asuntos públicos dentro de las condiciones que para tal efecto proporciona un régimen político.


Así las cosas, el desplazamiento de las empresas periodísticas del estadio Sociedad Civil, al de Mediadores, advierte peligros serios para el fortalecimiento de la sociedad civil y la construcción de opinión pública. Al ser los medios de comunicación grupos de interés dentro de la concepción aquí planteada de sociedad civil algunos autores advierten sobre el peligro que conlleva la sustitución de algunas de las funciones que deberían cumplir los Partidos Políticos. Larry Diamond sostiene que “ los grupos de interés no pueden sustituir a los partidos políticos coherentes con bases de apoyo popular amplias y relativamente duraderas, puesto que los grupos de interés no pueden agrupar intereses tan ampliamente a través de los grupos sociales y los partidos políticos si pueden. Tampoco pueden proporcionar la disciplina necesaria para formar y mantener gobiernos y aprobar la legislación.


En este aspecto ( y no solamente en éste) uno podría cuestionar la tesis de que una sociedad civil fuerte es estrictamente complementaria a las estructuras políticas y estatales de la democracia.

Hasta el punto en que los grupos de interés dominen, depriman o sofoquen los partidos políticos como transmisores y agrupadores de intereses, pueden presentar un problema para la consolidación de la democrática... Y en una edad en que los medios electrónicos, la creciente movilidad y la abundancia y fragmentación de los intereses están socavando las bases organizacionales para partidos fuertes y sistemas de partido, esto es algo por lo que los demócratas en todas partes deben preocuparse[6].”


En dicho desplazamiento, lo político emerge como una nueva circunstancia y especial característica de unos medios masivos que, articulados a la sociedad como empresas e imbuidos por lo tanto en la lógica del mercado, presionan y compiten política y económicamente en procesos de internacionalización de la economía en esta etapa decisiva de la globalización.


La importancia política de los medios de comunicación radica o se sostiene en varias circunstancias o hechos evidentes que conforman un complejo contexto social. Señalo las más representativas sin que ello pretenda desechar otras: la política ya no es el eje articulador de la vida social colombiana.



O en palabras de Victoria Camps, “nuestra época es antipolítica o, por lo menos, apolítica. La ciudadanía se muestra pasiva y apática a las iniciativas políticas[7]”; el mercado y en especial el modelo neoliberal exacerban el individualismo, hecho que conlleva a que las fronteras entre las esferas pública y privada se hagan aún más borrosas y como consecuencia de ello, dificultan concebir proyectos colectivos; el actual replanteamiento de las funciones del Estado y la concepción minimalista frente al poder del mercado; y el asistir a complejos escenarios culturales alimentados en nuevas incertidumbres, producto de cambios acelerados y del malestar generado por expectativas incumplidas en el mismo proyecto de modernidad.


Más complejo aún se antoja el panorama cuando desde el punto de vista económico y político, los medios de comunicación, articulados a los postulados del mercado y los propios que sostienen la idea de la libertad de empresa, apoyan el modelo económico neoliberal por cuanto la misma concentración responde a la propuesta oligopólica dominante[8], dispuesta en la actual etapa de la globalización.

Sostiene Sunkel que el “neoliberalismo establece el mercado como sistema de información y orientación dominante en la asignación de recursos de la economía, correspondiéndole al Estado sólo un rol complementario y subsidiario. En materia de empresa privada, el neoliberalismo y su lógica dominante del libre mercado tienden a fortalecer la gran empresa, la estructura monopólica y oligopólica, en gran parte debido a los procesos de concentración y segmentación a que da origen la excesiva confianza en las fuerzas del mercado en un contexto de alta heterogeneidad productiva y fuerte desigualdad en la distribución de la riqueza y el ingreso[9].”

Así pues, es este el panorama en donde se inscriben los medios y su actuar político y desde donde se inician los análisis massmediáticos en intención de entender que los Media, como empresas, están sujetos a las condiciones de un mercado cada vez más competido en donde la información adquiere el estatus de mercancía. De allí la idea de que informar cuesta y por ello, lo que se requiere es que el ciudadano asuma su papel dentro de la sociedad civil, especialmente aquel que indica que debe preocuparse por los asuntos públicos, circunstancia que le obliga a formarse en criterio para dudar o aceptar las versiones de los medios y de su actuar político.

Es por ello que hoy el papel de los medios de comunicación resulta clave en la medida en que sirven de vehículos de unos valores de una sociedad que gravita alrededor del mercado, de la construcción de necesidades de consumo, la construcción e imposición de identidades a través de la publicidad, y claro está, sobre la pérdida del sentido de lo colectivo, de la política y por tanto, de lo público.

Existiría entonces un escenario distinto en donde “la nueva complejidad social incluye dos consecuencias cruciales para nuestro tema. La pluralidad de espacios más y más autónomos, regulados por criterios contingentes y flexibles, segmenta los intereses materiales y mina los principios universales y las creencias colectivas que servían de anclaje a las identidades colectivas. Por otra parte, la multiplicación de <> específicas debilita la <> de la vida social a un punto tal que la sociedad carece de noción de sí misma. Ello plantea un problema fundamental de nuestra época: el cuestionamiento del Estado y de la política como instancias generales de representación y coordinación de la sociedad[10].”

Las líneas subrayadas señalan una mayor preocupación: dejar la representación política y comunicativa en el lenguaje periodístico, contaminado por los intereses políticos, económicos e ideológicos de estos nuevos Mediadores, significa la consolidación de una mirada moralizante que reduce y minimiza los asuntos públicos a una relación entre Buenos y Malos, que construye disensos que terminan polarizando aún más a la sociedad colombiana.





Imagen tomada de Las2orillas.com

[1] Aquellos que por su naturaleza deben cumplir la función de canalizar y organizar las opiniones del público sobre los asuntos públicos. Son estos, los Partidos Políticos y los movimientos políticos. Ante la crisis de éstos, los medios de comunicación asumen esas funciones, con los riesgos propios al dejar los hechos políticos y la construcción de una opinión pública deliberante y crítica, al carácter moralizante del lenguaje periodístico. Nota del autor.
[2] AYALA O., Germán y DUQUE, Óscar. Elecciones presidenciales 2002. Lo mediático: del frenesí noticioso a la política virtual. Cali: Cuao, febrero de 2003. p. 12.
[3] Incluso se puede advertir que los medios masivos colombianos no informan, tan sólo divulgan información de centros de poder, de pensamiento nacional e internacional, así como los pronunciamientos de las fuentes oficiales tradicionales.
[4] Hoy es más evidente, cuando vemos los colombianos cómo los medios masivos colombianos, alineados con el Gobierno de Uribe Vélez , con el concurso de sectores empresariales y de opinión, garantizaron su reelección a través de una reforma política. Nota del autor.
[5] Entiendo la Verdad no desde la perspectiva de la filosofía, sino desde la perspectiva periodística que indica la tarea de develar quién o quiénes son los responsables de un hecho, cómo sucedieron los hechos y los efectos y consecuencias de los mismos quién es el responsable. El artículo 20 de la Constitución Política colombiana establece la obligación a los medios de informar en forma veraz, imparcial y oportuna dentro de un marco de responsabilidad social. En los seguimientos a la forma como informaron en torno al Plan Colombia, en dos períodos, he demostrado que no se informó de manera veraz, por ejemplo, alrededor de la existencia de varias versiones del Plan Colombia. Nota del autor.

[6] DIAMOND, Larry. Hacia la consolidación democrática. En: Las Incertidumbres de la Democracia. Bogotá: Ediciones Foro por Colombia, 1995. p. 20 (Pedro Santana Rodríguez, compilador)

[7] CAMPS, Victoria. Elementos históricos del concepto de lo público. En: www.colombia2000.org/memorias/
[8] Los medios masivos de comunicación colombianos pertenecen o hacen parte de grandes conglomerados económicos, a saber: medios como EL ESPECTADOR, la revista CROMOS, el Canal de televisión y la cadena radial, CARACOL, son un componente del grupo Santodomingo o Valores Bavaria, agrupados bajo la razón social Comunican Multimedios. La sociedad española Prisa S.A. adquirió el 19% de Caracol Radio. Valores Bavaria adquirió el 33% de UOL Colombia y el 0.85% de UOL Inc., a cambio de contenido para su portal Latin Net/ Medios. Simultáneamente, ambas empresas crearon una firma en España que le servirá a Valores Bavaria para expandir sus negocios de radio en Europa. El grupo empresarial Valores Bavaria vendió el 35% de Carrefour Colombia, por razones de ajustes internos (Véase EL COLOMBIANO, edición virtual octubre 22 de 2003) El periódico EL TIEMPO, de la familia Santos, cuenta con distintos periódicos y revistas nacionales, así como con la distribución en el país de publicaciones de la talla de The Wall Street Journal Americas y la edición en español de Time. EL TIEMPO es socio en Colombia de la cadena de teatros Cinemark y la tienda de música, libros y video Tower Records; posee también el canal local de Bogotá CityTV, Círculo de Lectores y participaciones en Sky, TV Cable y las Páginas Amarillas Combiser. Semana es el principal grupo editorial de revistas de Colombia. Entre sus publicaciones sobresalen Semana, Dinero y Jet Set. Los otros dos socios, El Colombiano y El País, son respectivamente los principales periódicos de Medellín y Cali. EL TIEMPO, Semana, El País y El Colombiano firmaron una alianza estratégica con Terra Networks, filial de Internet de la empresa española Telefónica S.A. (Véase www.tradelink.com.co). El canal de televisión y la cadena radial, RCN, forman parte del Grupo económico del empresario Ardila Lülle. Esta organización es propietaria de los ingenios azucareros Providencia e Incauca, así como de la fábrica de gaseosas Postobón.
[9] SUNKEL, Osvaldo. Auge, crisis y renovación del Estado: una perspectiva de largo plazo. En: Revista Foro número 20, página 91. Bogotá: Ediciones Foro Nacional por Colombia.

[10] LECHNER, Norbert. ¿Por qué la política ya no es lo que fue? En: Revista Foro número 29, mayo de 1996, p. 8. Bogotá, Ediciones Foro Nacional por Colombia.

[1] Las conclusiones aquí expresadas y las tesis propuestas, son el resultado de la labor investigativa del ponente, que se remite a varios años de seguimiento y análisis de hechos noticiosos como el Plan Colombia (en dos períodos: agosto de 1999 a agosto de 2000 y 11 de septiembre de 2001 a 11 de septiembre de 2002), y la Política de Seguridad Democrática (agosto 7 de 2002 y agosto 7 de 2003). Para el caso del Plan Colombia, los medios masivos que hacen parte del corpus investigativo son: EL TIEMPO, EL ESPECTADOR, EL COLOMBIANO, EL PAIS y las Revistas SEMANA y CAMBIO. Se elaboró una ficha de registro y análisis y se fijaron criterios para evaluar el tratamiento periodístico que dichos medios le dieron a los hechos relacionados con el Plan Colombia. Los resultados del seguimiento y análisis del tratamiento periodístico (período comprendido entre agosto de 1999 y agosto de 2000) dado por seis medios masivos escritos colombianos están consignados en el libro Plan Colombia y medios de comunicación, un año de autocensura. Cali: CUAO, 2001. 717 p. Las conclusiones del seguimiento y análisis del tratamiento que los mismos seis medios masivos le dieron al Plan Colombia para el período comprendido entre el 11 de septiembre de 2001 y 11 de septiembre de 2002, hacen parte del informe final de la tesis de grado – en su fase final - para optar al título de Magíster en Estudios Políticos de la Pontificia Universidad Javeriana (Cali – Colombia). En lo concerniente al análisis de la información periodística relacionada con la ejecución de la Política de Seguridad Democrática del Gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002 – 2006), lo expresado aquí es el resultado de conclusiones preliminares, fruto del seguimiento de columnas de opinión y editoriales, editadas y publicadas por los periódicos EL TIEMPO, EL ESPECTADOR y EL PAIS, así como la información registrada en los periodísticos televisivos La Noche (Canal privado RCN) y Lechuza (Canal privado CARACOL). Nota del autor.

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